Después
de haber estado en Panamá, Almagro al mando de dos navíos y llevando entre
otros al piloto profesional Bartolomé Ruíz de Estrada y al artillero cretense
Pedro de Candia se juntó con Pizarro en Chochama. Con los dos barcos y tres
canoas, Pizarro y sus hombres partieron de Chochama, pasando por el fortín del
Cacique de las Piedras,donde se vengaron viejos agravios, siguieron hasta la
Isla de las Palmas y posteriormente hasta el río de San Juan, en donde
desembarcaron dispuestos a explorar el interior. Mientras Almagro regresaba con
uno de los navíos a Panamá, el piloto Bartolomé Ruiz, por orden de Pizarro,
pasó a explorar las costas sureñas. Frente a la bahía de San Mateo,en el actual
Ecuador, Ruíz hizo un importante hallazgo: una embarcación con comerciantes de
origen tallán procedentes de una ciudad a la que llamaban Tumbes.La balsa tenía
vela y remo-timón, portando en su caseta, balanzas, telas finas de algodón,
cantarillos rojos y platos negros, entre otros objetos.Los mercaderes tallanes
se lanzaron al mar pero, tres de ellos fueron capturados: serían bautizados
después como: Fernandillo, Felipillo y Francisquillo. Así mismo, durante su
recorrido el piloto Ruíz había cruzado por vez primera de norte a sur, por el
Pacífico, a la altura de Coaque, la línea ecuatorial. Reunidos en San Juan, Pizarro, Ruíz y Almagro, este último noticiaba
el reemplazo de Pedrarias por don Pedro de los Ríos, como nuevo gobernador de
Castilla de Oro.
Embarcados hacia el sur, bajaron a tierra en la bahía de San Mateo donde continuaron a pie, atravesando las tierras de los Barbacoas y
Atacames. En este lugar los viejos socios estuvieron a punto de pelear,
dejándose llevar por la queja de los expedicionarios (hecho conocido como:“la porfía de Atacames”).
Cansados de las duras jornadas, del calor, de los encuentros con los indios,
los hombres de la hueste exigieron a Pizarro retornar a Panamá. Luego avanzaron
hasta el río Tempula, bautizado como Santiago, de donde regresaron a la bahía
de San Mateo. Embarcados nuevamente, el destino fue una isla llamada por los
españoles como la Isla del Gallo. Una vez allí y casi en secreto, dos navíos al
mando de Almagro y el veedor Carballo se regresaron a Panamá a traer nuevos
hombres de refuerzo, más algunos descontentos se dieron maña para remitir una
nota a Doña Catalina de Saavedra, esposa del gobernador Pedro de los Ríos. La
nota escrita por Juan de Saravia fue envuelta en un ovillo de algodón blanco y decía:
"A señor gobernador
miradlo bien por entero
allá va el recogedor
y acá queda el carnicero"
La treta del ovillo resultó, pues preocupado por la suerte de los
quejosos, De los Ríos remitió a su capitán Juan Tafur, quien una vez en la isla
conminó a Pizarro a retornar a Panamá. No dispuesto a ver truncos sus
objetivos, Pizarro se opuso y desenvainando la espada marcó con ésta la arena
diciendo: "Por este lado se va a Panamá, a ser pobres; por este otro al
Perú a ser ricos, escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le
estuviere". Catorce españoles cruzaron la línea, más uno de ellos, Ruíz,
tuvo que regresar a Panamá por orden de Pizarro. Estos hombres son conocidos
como "Los Trece del Gallo" y fueron: Nicolás de Ribera “el
viejo", Cristóbal de Peralta, Antón de Carrión, Pedro de Candia, Domingo
de Soraluce, Francisco de Cuéllar, Juan de la Torre, Pedro de Halcón, García de
Jaren, Alonso de Briceño, Alonso de Molina, Gonzalo Martín de Trujillo y Martín
de Paz.
Las balsas tallanes por su tamaño y velamen eran las más grandes y mejores de América. |
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