Tras haber dado por finalizado el rescate, Francisco Pizarro inició la
fundición del tesoro. Entró en la fundición (13 de mayo de 1533) no sólo lo
recogido por orden del Inca, sino lo que los españoles tomaron a los indios en
el viaje de San Miguel a Cajamarca y, lo que hallaron en esta ciudad, como en el
Campamento Real del Inca o Pultumarca.
La repartición del tesoro (18 de junio de 1533) fue algo fabuloso y
dio ocasión para que muchos con sentido egoísta se dieran por satisfechos y no
pensaran sino en volver a España con lo habido en el botín. En conjunto unos
veinte escogidos partieron entre julio y agosto de 1533 de regreso a España,
acompañando a Hernando Pizarro con un adelanto del "Quinto Real".
De todos modos la "abundancia" hizo que aumentara
enormemente el valor de las cosas y que se depreciara el valor adquisitivo de
la moneda(primera inflación que registra la historia del Perú).
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